jueves

otro mensaje

Autor: José Luis Martín Descalzo Fuente: Arvo.net
Nadie ni nada
Del libro "Testamento del Pájaro Solitario"

Nadie estuvo más solo
que tus manos
perdidas entre el hierro y la madera;
mas cuando el Pan se convirtió en hoguera
nadie estuvo más lleno que tus manos.

Nadie estuvo
más muerto que tus manos
cuando, llorando, las besó María;
mas cuando el Vino ensangrentado ardía
nada estuvo más vivo que tus manos.

Nada estuvo más ciego que mis ojos
cuando creí mi corazón perdido
en un ancho desierto sin hermanos.
Nadie estaba más ciego que mis ojos.
Grité, Señor, porque te habías ido.
Y Tú estabas latiendo entre mis manos.

***************(Del libro "Testamento del Pájaro Solitario")

Escritos desde el Exilio

Ante el mar…

Hoy he rogado por ti…
Mi mente permanece lejana, ausente.
Este inmenso mar, el profundo cielo, nos distancia dolorosamente.
Es mi exilio.
Desde aquí brotan mis palabras más reales y más fieles.

Si logro mantener encendida tu extraña sombra
Mi vida seguirá siendo cierta…

La noche oscura

Mi alma se identifica.
Sombras nocturnas aún en radiante día, invaden mi destino.
¿Qué puedo temer ante esta noche? Lejos todo se desdibuja.
Pero conservo la pequeña llama que te consume en su fuego vivo.
Llama pequeña que alumbra y calienta, esta mi alma,
Exiliada, en tinieblas.


Ante mi el sendero profundo

Huellas dejo. Piso las hojas otoñales, rojas, doradas, secas…señales.
Recuerdan esta distancia que me hace en cada paso añorarte.
La soledad de mi exilio es sonora, aúlla, grita.
No me deja escuchar tus lejanos latidos.
Aún tu vida late y esto hace que
en este camino perdido sobreviva.


Sombra de árbol

Aquí reposo. Cierro los ojos al destino.
No puede la realidad robarme tu espacio en mi vacío.
Te recuerdo lentamente. Aún te conservo, estás.
No puedo llegar hasta ti pero puedo llevarte siempre conmigo.
Tronco fuerte, árbol amigo, tu sombra me acuna y derrama bálsamo sobre este abismo.
Tengo la conjura encima de morir en el exilio.


Arenas

Sobre ellas escribo…escribo tus huellas, te dibujo y con lágrimas borro el sueño más mío.
¿Cuándo será el fin de este destierro?
Esta es la prueba más aguda, de que soporto tu peso, te cargo, te engendro, te abrigo.
Gimo tu ausencia, nada encuentro que distraiga mi corazón herido.
Mi mente encarcelada bajo el conjuro de tu existencia.
Pierdo fuerza, débil me desvanezco, y sueño que este es mi terrible exilio.

Las sombras del fuego

Las chispas te recrean, me parece que estas frente a mi.
Pero el fuego te quema y otra vez, te desvaneces.
Tu voz, está ausente, aunque la oigo entre las hojas que agita el viento agreste.
Eres la sombra más perfecta, más real y bella que mi alma presiente.
¡Escúchame te lo ruego!
No me dejes.
Aunque sombra, me estremeces. Me hieres, te llevas mi sangre y me exilias sin piedad cuando desapareces…

Final de sangre

Aquí hago mi pacto, mátame si quieres.
Lejana de la tierra, sin cielo me retienes.
¿Quieres que muerda la muerte, que me derrame hacia el abismo?
Mi llanto arrasa en torrente la distancia que te protege.
Estoy expuesta ante tu fuego, que me consume vitalmente.
¡Sangre! Es lo último que puedo ofrecerte, lo más esencial que me pertenece.
Si esto te conmueve… ¡Aquí la t
ienes!